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Tsuna se convierte en Arcobaleno de forma injusta a los quince.
Su madre muere por su culpa en un día de compras, ella es atropellada cuando lo empuja fuera de la carretera por no ir prestando atención.
El queda solo, nadie puede decirle nada cuando él vuelve a su casa y se encierra por dos, tres, cuatro y cinco días en la oscuridad y silencio de su habitación.
Observando desde una esquina al vacío absoluto que resulta ser ahora su vida, sin valor como para ir a enfrentar el vacío y silencioso espacio que es la habitación de su madre.
No duerme, no come, no va al baño, casi no respira.
La culpa puede hacerse cargo de todo desde que sucedió, no lo deja en ningún momento, el resto de sentimientos o emociones se mantienen burbujeando y quemando en lo profundo de todo, muy debajo de todo.
Cuando pasa una semana y probablemente corten la luz y el agua por no pagar las últimas facturas es cuando unas pequeñas nieblas se reúnen y dejan aparecer de la nada a un hombre extraño disfrazado.
Tsuna no le presta atención, no lo ve.
- Te propongo un trato, Tsunayoshi.
El hombre extraño sonríe al observar la nula o nada de reacción en el cuerpo solitario en la esquina lejana a la cama y al armario de la habitación.
- Ayúdame con tu vida para tener menos de ella.
Y allí, en medio del solitario rincón donde podría descansar un cadáver, la cabeza se movió lentamente hacia arriba;
Escucho.
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Cuando no puede apartar la vista del asfalto es cuando recuerda un momento que tuvo con su madre en su niñez.
Recuerda que estaba sentado entre las piernas de su madre y ella había comenzado a explicarle que no podía esperar a ver el gran hombre que se convertiría, y allí ella había puesto sus, en ese momento, pequeñas manos sobre las de ella.
La diferencia se mostraba sin necesitar señalarla o explicarla, y en ése momento Tsuna había pensado en que quería ser grande y fuerte para mostrarle a su mamá que sería el mejor hombre para que ella estuviera feliz.
Pero las nieblas de esa imagen se dispersaron hacia los lados y mostraron lo que no terminaba de entrar en su cabeza y relacionarlo con su madre; La sangre.
Había tanta sangre sobre el asfalto.
Y Tsuna estaba intentando entender de quién, antes de saber que era su culpa.
- A...ah..ah..
Mamá..
De su garganta no lograban salir sus palabras como para poder expresar porque su rostro se sentía tan seco.
Podía escuchar sus latidos retumbar en sus oídos.
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El niño miraba la pared fuera de la realidad mientras abrazaba sus piernas y respiraba pausadamente respiración tras respiración.
El tiempo pasaba irrelevante sin esperar que algo sucediera, ni siquiera hizo el intento de contarlo, no quería.
Si alguien había intentado llegar a él al enterarse del suceso, no se había enterado.
Si alguien había pasado para saludarlo sin haberse enterado del suceso, tampoco se había enterado.
Si alguien pensó que la casa estaba abandonada y ya nadie vivía allí, tampoco se enteró.
El tiempo y el sonido habían dejado de afectar su mente.
Y había tanta tranquilidad.
Parpadeo lentamente antes de seguir observando la pared liza de color amarillo marchito, la cual nadie podría decir si era su color ya que nadie entraría o traería la luz para intentarlo.
La pared no tenía nada más que toda la atención que podría tener de un niño que no cuánta como un ser vivo sano.
El niño miraba la pared y no pensaba o podía apartar la vista del punto invisible, ya que no tenía el valor de intentar enfrentar la realidad.
La sangre y el cuerpo tirado allí.
Al otro lado de la pared estaba la habitación de su madre, una habitación que no se permitiría ver porque su madre decía que era de mala educación revisar los cuartos ajenos, y Tsuna fue muy bien educado para no hacerlo.
Así que no tiene que ir a ver el cuarto de su madre porque no lo necesitaba, ella vendría en algún momento a decirle que se cambie y baje a desayunar para ir a la escuela o se le hará tarde.
Lo espera, porque la sangre y el cuerpo de su madre no estaban en el pavimento.
Y no eran de ella.
Sólo tenía que esperar a que la habitación se iluminara con la mañana y su madre saldrá de su cuarto, caminara por el pasillo y tocará la puerta de Tsuna.
Pero su cuarto está en penumbras.
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En algún punto su mente sólo comenzó a girar en el recuerdo doloroso y sólido clavado en su párpados cerrados.
Dormir desapareció de la lista de opciones, así que sólo se quedaba despierto, el sueño no le molestaba y en algún punto dejó de estar presente, como si hubiera dormido lo suficiente como para sacarlo de encima y de su sistema.
No está seguro de cuánto falta para la mañana, pero no está impaciente por su llegada, puede esperarla un poco más.
El amanecer llegaría, su madre se despertaría, bajaría a preparar el desayuno antes de despertarlo y luego lo despedirá con un beso y un gran deseo de buena suerte para su día.
Si, la rutina.
Hay que apegarse a la rutina manchada de sangre.
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No sabe cuánto tiempo espero, todo parece tan lento de todas formas, no hay cambios a su alrededor como para que supiera si el tiempo continuó avanzando o sólo su mente lo hace ver de esa forma.
Pero lo que sí sabe es que su madre no vendrá.
Cree que lo supo muy pronto o muy temprano, no lo había intentado pero de todas formas no iba a salir de su cuarto ni siquiera para ir al baño.
Las necesidades como comer o tomar agua fueron muriendo con el paso de los minutos quizás, el tiempo se volvió algo tan vago y ajeno que ya no está seguro de poder medirlo adecuadamente.
Y no tiene el valor como para moverse y dejar de observar el lugar que él sabe que su madre ocupaba en la cama al otro lado de la pared.
Su cuerpo se sentía ajeno a su ser y nada pasaba realmente por su mente mientras observaba, encorvado sobre sí mismo, hacia la pared.
Aunque alguna cosa quisiera cambiar no estaba completamente seguro de que pudiera detectarla, ya no.
Había matado a su propia madre.
La sangre.
No podría perdonarse jamás.
Tanta sangre sobre el asfalto.
Sonaba injusto pero.. ¿Podría terminar esto pronto?
El pequeño cuerpo en la esquina oscura no se movió, no sintió el cambio y no dejó de prestar fantasmal atención a una pared vacía.
Las nieblas escondidas en el polvo acumulado debajo de la cama, el espacio entre el armario y el suelo debajo la alfombra, se arremolinaron lentamente en el medio de la habitación hasta formar un pequeño remolino grisáceo que no podía apreciarse en las penumbras y en un instante desaparecer para dejar en su lugar un cuerpo estático, firme y grande.
El cuerpo extraño no hizo el intento de mirar a su alrededor como si no supiera donde estaba, por lo que sólo observaba un lugar específico que era ocupado por un pequeño cuerpo enrollado en la oscuridad.
Debería intentar acercarse pero no lo hizo, como si supiera que la cercanía no haría un gran cambio en la situación.
- Te propongo un trato, Tsunayoshi. - Bailo suave la voz del extraño, rompiendo los hilos del silencio que fueron creación de una semana de dolor y desprecio en la habitación cerrada al mundo exterior.
Y el sujeto enmascarado no se contuvo en sonreír invisible bajo su máscara y soltar una pequeña risita al recibir de respuesta el silencio de parte del cuerpo en la esquina.
Era algo que de alguna forma esperaba.
- Ayúdame con tu vida y ella será acortada para ti.
Y allí, en el silencio de un cementerio lleno de dolor, remordimiento, amargura y culpa, el cuerpo abandonado y dejado de un niño de tan sólo quince años, mostró movimiento luego de una semana de sólo respiraciones lentas y letales.
Levantó la cabeza hacia arriba y el intruso pudo ver en él, y contra toda lógica de la ceguera en las penumbras, a través de su máscara; los ojos amarronados y alejados de toda luz de vida de un ser que lo perdió todo y fue consumido por la culpa.
Y en medio del silencio de la habitación carente de una vida saludable, pudo escuchar el pedido desesperado del corazón de un ser que se sentía tan solo.
Te escucho.
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Checker Face podía admitir que estaba ciertamente sorprendido.
Pero a pesar de que él sabía que la mezcla entre uno de ellos y un humano era una muy mala idea, más allá de que estuviera enamorado de Aria y la quisiera para él, pero el resultado de la mezcla debería de dar un ser superior a los humanos aunque fuera inferior a uno de ellos.
Aún así, ¿Cómo era posible que un simple humano tuviera llamas más puras que un descendiente de Aria?
Era imposible.
Pero justo aquí tenía la prueba, justo frente a sus ojos tenía la prueba de que eso era incorrecto.