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Parte 7
Porque, me pedía que le enseñará.
Ello me alegraba, en demasía.
Sólo esperaba, que nada malo sucediera y arruinada toda esta, momentánea, felicidad.
Ya que sabía, que una vez se terminara este mundo..
La perdería.
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Pagarle a Reigen, era divertido.
Le pagaba una buena parte, y le causaba felicidad, ver su cara de asombro y sorpresa cuando se la daba.
Era divertido.
Y con ello llegó, muy pronto, el momento en que, el menor, también comenzó a ejercer algo de trabajo, a parte de atender, cuando los clientes pagarán los servicios.
Era divertido.
Era relajante.
Aunque sabía, que toda esa felicidad, era momentánea, se esforzaría, por no generarle, ningún problema, a su pupilo y primer amor, del pasado.
Porque sí, ese niño, era la reencarnación de su Shisho.
Hacia, incontables, décadas atrás.
Se aseguraría de protegerlo.
De que nada, le sucediera.
Aún si tuviera que quitar, a quien fuera de su camino.
No permitiría, que nada, le sucediera.
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Que pena fue, que el niño, al que había salvado Reigen, fuera tan impresionable.
Y decidiera, soltar muchas cosas asombrosas sobre una persona, y terminará, por generar problemas, sin realmente saberlo.
Porque, ¿Quién pensaría, que realmente existían, lo psíquicos, que elevaban, edificios, por los aires?
Suena a salido de un cuento, de fantasía.
¿Quién pensaría, que uno, específicamente, viviera tan cerca de ellos?
A pesar, de que a muchos, les sorprendería, a muchos otros les asustaría.
Algo más poderoso, que el ser humano, viviendo entre ellos.
Era aterrador, para muchos.
Para muchos, que estaban, en agencias muy peligrosas.
Pero, realmente, ¿Quién le creería, a un adolescente, tal barbaridad?
Quizá, ¿No dejé de ser un monstruo, desde que empecé a vivir?
Habían muchas formas de pensarlo.
Como de responder.
Observé hacia todas direcciones, antes de adentrarme, en el supermercado.
No había sido, una buena mañana, pero intentaba sobrellevarla.
Intentaba ser positivo en ello.
Por más que fuera un mal día, tenía que controlarme.
Llevar un día tranquilo, y no alterarme.
Odiaba ser el mismo.
Era.. sofocante.
Atravesaba los pasillos, pensando en que no hice una lista.
Era un día pesimista, lo aceptaba, pero tenía que mantener la calma.
Observó los paquetes de harina, pensando en que pronto, sería el cumpleaños de Hanazawa, en un par de meses, en realidad.
Igualmente lo tomó, por si las dudas.
No sabía que podría necesitar, de un momento a otro.
Lentamente camino, hacia el final del pasillo, pensando en buscar las cajas de leche.
Observando la variedad de marcas, y empaques.
Era sumamente indeciso, en esos momentos.
No sabía si llevar, la de caja azul, la más económica, o la que más vitaminas llevaba.
Todas eran tan llamativas.
Suspiró, e intentó no retrasarse tanto.
Pues, tenía más cosas que hacer, ese día.
Terminó tomando, seis cajas de la última, ya que era la que más le gustaba.
Por lo que, prosiguió a cambiar de pasillo, sino no se iría más de allí.
Y no quería tardar tanto.
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Pasó frente al parque, aquél que era, constantemente, disfrutado por la gente.
Y en el cual, suelen haber espíritus, de niños o ancianos, acompañando familias.
Era melancólico observarlos.
Y también era triste.
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Pero, debía relajarse, y mantener la calma.
No debía perder el control.
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Debía continuar, y llegar hasta la agencia.
No debía ser un muy mal día.
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No había gran cambio, como el resto de los días.
Sólo era un día más, dentro de la rutina, pero.. algo no le cuadraba.
Pasó por enfrente de la escuela de Reigen, decidiendo en saludar a su, ahora, alumno.
Era casi nostálgico pensarlo
Y extraño..
Observé hacia las rejas, al escuchar el timbre que daba paso al almuerzo.
Si llegaba a verlo, lo saludaria, y le diría que no fuera por hoy a la agencia.. Algo andaba mal.. Observe la puerta de la escuela, por la cual salían niños a montones, más o menos. Hasta que observé a una persona conocida. Kurata Tome. Me pareció extraño encontrarla, pero no debía de sorprenderme. Pues, en esta dimensión, aún no la he conocido.
La observé unos segundos, tratando de no recordar momentos del pasado, puesto que..
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No sucedería nada bueno de ello.
- ¡Oye, Tú!
Salté en mi lugar, de la sorpresa.
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Concentrandome en la persona que se aproximaba hacia mi.
- ¿Qu- que sucede? - Mi voz sonaba baja, y extraña.
Recién lograba darme cuenta de que, parecía un pedófilo, por estar observando a los niños en la escuela.
Seguro venía a gritarme que me marchará, o que llamaría a la policía, por malinterpretar la situación.
Eso no era bueno..
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Mi cuerpo temblaba, y me sudaban las manos.
Quería salir corriendo, pero si lo hacía todo terminaría peor.
¿Qué hago?
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¿Qué hago?
- ¿Eres el Psíquico de aquélla Agencia Espiritual?
Casi vomito de los nervios, cuando ella.. ¿Q-qué..?
- ¿Perdón..? - Creí no haber escuchado bien.
- Si, si lo eres, eres el Psíquico de la Agencia que ésta a unas cuantas calles de aquí. - Ella aseguró aquéllo, no lo preguntó.
- A.. Sí.. - No sabía qué más decir, ¿Qué más podría decir?