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The Boss Parte 3 - Blog Posts

4 years ago

- ¡Les quedan muy bien! - Alzó ambos pulgares. - Incluso muchas personas, no les quitaban las miradas de encima en toda la mañana, imagínense ahora.

Y justo en ese momento salió Haru.

- ¿Qué tal le queda a Haru?

Eso era lo bueno de la familia Vongola, que a pesar de los años que transcurrieron ninguno perdiera su característica actitud.

Ella vestía un vestido largo hasta arriba de sus pies, de mangas tres cuarto, color rosado claro y con botones desde el cuello hasta el final en el lado derecho.

- Te queda muy bien Haru. - Le sonreí en afirmación.

- Es verdad, te hace resaltar tus curvas. - Kyoko levantó ambos pulgares con una sonrisa.

- A ustedes tampoco les queda mal, les resaltan sus atributos.

Por Jesús, eso me hizo avergonzar, cuando hablaban entre mujeres ¿se decían tales cosas siempre? Que barbaridad.

- ¿Y Chrome?

Justo en ese momento la mencionada salía del vestidor con el vestido colgando de su brazo izquierdo.

- Ah, no es justo, yo quería ver como te quedaba. - I - pin se quejo.

- Si, Haru también.

Y tras ello mi guardiana de la niebla volvió avergonzada al vestidor al igual que las demás.

-%_%-

Eran cerca de la una de la tarde cuando decidieron que eran suficientes compras para ellas, por lo que decidió dejarlas en un restaurante e ir a dejar las compras de las féminas en el auto de su uso personal, que casi nunca usaba pero que tenía porque su hermano Dino le había literalmente obligado a aceptarlo en su cumpleaños el año anterior.

Era algo llamativo, pero por más que estaba avergonzado, colorado y muy apenado nadie lo apoyó y técnicamente entre todos lo amenazaron para que lo aceptara por las buenas.

Lo había usado un par de veces y por ello lo había elegido para ese día, era cómodo, tenía un motor especial que no hacia el más mínimo ruido y en él entraban hasta siete personas, casi que no parecía un auto.

Era muy elegante y le gustaba, pero aún seguía avergonzado al recordar cómo lo obtuvo.

Agh, ojala y Dios se apiade de su alma.

Dejo todas las bolsas que habían aumentado y ahora eran treinta, bien acomodadas en el baúl del auto color escarlata.

Cerró el baúl y suspiro cerrando sus ojos.

Todo estaba yendo demasiado tranquilo para variar.

Se sentía extraño pero no intranquilo, sólo.. extraño.

Pero bueno tenía que dejar de ajetrear su mente con pequeñeces.

Abrió nuevamente sus ojos y se encaminó otra vez hacia el lugar del conductor para montarse en el.

Agh, le avergonzaba ver que las puertas se abrían hacia arriba.

Puso en marcha el motor y por el silencio que dejaba esté, aún prendido, escuchó su teléfono en el tono de llamada.

Lo tomo de la cajuela del copiloto y atendió rápidamente al ver que era Kyoko.

- ¿Tsuna?

- Sí, ¿Qué necesitan? - Se la escuchaba de todo menos tranquila.

- Hay unos sujetos al otro lado del restaurante y no dejan de mirar en nuestra dirección. - Su intuición comenzó a gritar, por lo que tomó el volante con su mano libre y piso al acelerador, pronto escucharon un chillido ahogado de I - pin en la bocina del aparato. - Ahora vienen hacia nosotras y no se si tienen algún arma con ellos. Tsuna.. tenemos miedo.

El Cielo doblo con fuerza en una esquina, sin quitar el teléfono de su oído y sin dejar de apretar el volante con fuerza contraída.

- Escucha, Kyoko. - Apaciguó su voz para tratar de tranquilizarla, lo cual pareció lograr. - Dile a Chrome que los pierda para que puedan salir del restaurante.

Algo no le cuadraba del todo y mucho menos al sentir arder su intuición dentro de sí.

Se concentró en el camino, que pareció alargarse a pesar de que no había estado a más de veinte cuadras del restaurante cuando había dejado estacionado el auto en la mañana.

Algo.. parecía y estaba mal.

- Tsuna.. - Frunció su rostro, ya sabía lo que le iba a decir la chica al otro lado de la comunicación. - No funcionan las ilusiones de Chrome, no funcionan.

Escucho eso en el momento en que atravesó una frontera de ilusión para luego acelerar aún más.

Paso de largo el restaurante en cuanto lo vio por el vidrio retrovisor.


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